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A la espera de Massa: las tormentas internas del oficialismo

 A la espera de Massa: las tormentas internas del oficialismo

Una semana complicada para los ministros, en medio de la reaparición de Manzur en un acto nacional y con Jaldo diseñando la estrategia electoral.

Un ministro en la picota. Otro lesionado. Un tercero que no duerme por la tensión del momento. Un cuarto que sigue siendo visto con desconfianza por algunos de sus “compañeros” del interior. Un diputado cercano a la Casa de Gobierno envuelto en un escándalo. Hasta un gobernador interino que tuvo que dejar esas funciones por un problema de salud. Así concluyó una de las semanas más complicadas para el gabinete del gobernador Juan Manzur que, pese a todo esto, tuvo una reaparición pública en un acto nacional. De ese modo, salió de ese distanciamiento que mostró dentro de la estructura nacional de Unión por la Patria, tras quedar fuera de la conversación entre los popes de la coalición oficialista.

El acto de lanzamiento de la obra reversión del Gasoducto Norte, que tiene como eje abastecer a las provincias del NOA con gas de Vaca Muerta fue la excusa para el reencuentro público entre el ministro de Economía y candidato presidencial del oficialismo Sergio Massa y el gobernador tucumano. Una curiosidad: por videoconferencia (no desde Tucumán, sino desde Buenos Aires), Manzur fue el único gobernador entre los cinco mandatarios conectados. “Querido Sergio, todos vamos a esta a la par tuya; este es el camino”, manifestó el mandatario provincial durante su mensaje. Nadie afirma (tampoco lo niegan) de que Manzur haya tenido una reunión con el tigrense. Pero sí hay consenso en señalar que, en el turno electoral del 22 de octubre, tendrá que ponerse al frente del distrito, junto con el gobernador electo Osvaldo Jaldo, en la campaña para recuperar, al menos, unos 100.000 votos respecto de las PASO. Massa tiene previsto venir a Tucumán a fines de septiembre o al promediar octubre. Sus allegados estiman que, según las encuestas que encargan, el ministro está a seis o siete puntos de diferencia de La Libertad Avanza. Y, sobre esa base, creen que se puede llegar al balotaje del 19 de noviembre. En segunda vuelta, Massa cree que puede revertir el resultado si Juntos por el Cambio no secude a los indecisos.

El rumor del jueves fue eso, un rumor, pero potenciado por ambos sectores del oficialismo provincial. Manzur no tiene pensado irse por la puerta de atrás a casi dos meses de terminar su segundo mandato. La banca en el Senado no lo desvela pero, si hay un llamado desde el corazón del poder, cambiará de idea. Esa misma versión puso de malhumor a su compañero de fórmula y sucesor. Pensar en una movida de esas características a menos de esos dos meses de una elección presidencial es, cuanto menos, muy arriesgado para mejorar la perfomance electoral. La derrota en las PASO es una mancha para el peronismo tucumano, difícil de olvidar. El massismo se lo recuerda a cada tanto, porque Tucumán ha sido siempre un bastión peronista. Jaldo permanece en silencio. Piensa en la estrategia que se desplegará en el territorio, mientras sus huestes y también los manzuristas organizan reuniones para fidelizar a los referentes y, además, proyectar el futuro. Incluso más allá de 2027. Hay dirigentes que tienen aspiraciones de sucesión.

Manzur y Jaldo están obligados a consensuar posturas, por lo que viene y por lo que sucederá más allá del 29 de octubre. La última incursión a Buenos Aires significó la habilitación de una línea de créditos nacional para que la provincia atienda urgencias financieras. El Palacio de Hacienda enviará una partida de $ 10.000 millones y quedará pendiente, hasta nuevo aviso, otra similar.

El apoyo financiero requiere una contraprestación. La dupla tucumana lo sabe y por eso surge el “Operativo Recuperación”. En el manzurismo indican que esos 100.000 votos que quedaron en el camino de las PASO fueron, en igual medida, a Javier Milei y al desánimo de los militantes justicialistas que decidieron quedarse en casa o llamar la atención al poder, a través de las urnas. Pero la figura del diputado libertario inquieta más a Jaldo que a Manzur. El primero proyecta que, si se repite un resultado adverso a nivel nacional, tendrá que gobernar en el peor de los escenarios en los próximos cuatro años. El segundo, si bien deja el poder en la provincia, cree que, en un escenario adverso a Unión por la Patria, Milei o Patricia Bullrich en la Presidencia puede catapultarlo como uno de los líderes de la oposición.

Mientras ellos no están se desatan tormentas políticas e institucionales en Tucumán. Fabián Soria le causó un dolor de cabeza al vicegobernador. La “toma de la oficina” en su reasunción como decano del distrito Tucumán de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) fue un tanto desprolija, tanto como la licencia sin goce de sueldos que tomó en el cargo de ministro de Obras Públicas. La cuestión llegó a tal punto que Jaldo le sugirió a principios semana que renuncie en el Gobierno para dedicarse de lleno a la puja en la renovación de autoridades de la UTN. “Lo peor que le puede pasar a este muchacho es que pida licencia, vaya a la universidad y pierda. Entonces, ¿cómo vuelve al Poder Ejecutivo?”, deslizó un colaborador cercano a Jaldo. La frase se completa con una suerte de advertencia: “al tranqueño no le gusta que no le hagan caso y que, además, luego tengan mote de perdedor”. Manzur no le soltará la mano a quien llamó para inaugurar un cargo que no estaba en el organigrama.

En medio de las pujas salariales, hubo otro ministro que la pasó mal, pero que ahora está convaleciente: el de Economía, Eduardo Garvich. El funcionario tuvo un accidente doméstico en su viaje de hace unos días a Buenos Aires y debió ser atendido de urgencia. No obstante, sigue de cerca las negociaciones.

El tercer ministro que prácticamente no duerme es el de Seguridad, Eugenio Agüero Gamboa. Los rumores de saqueos y las amenazas de robo en banda lo mantienen alerta en lo que el propio Manzur ha calificado como “en alerta máxima para evitar el accionar de algunos pícaros”. El martes pasado, el intendente bandeño Darío Monteros había abierto el paraguas al trascender algunos mensajes viralizados acerca de que en ese distrito habían grupos preparados para cualquier incidente. La provincia coordinó con fuerzas federales el accionar en todo el territorio provincial en caso de que se registren hechos observados en otras jurisdicciones.

Miguel Acevedo se tomó un respiro. Salió de vacaciones, después de haber postergado licencias, y se prepara para lo que será su gestión como vicegobernador de la provincia. El ministro del Interior, sin embargo, no deja de cosechar mensajes de WhatsApp con quejas de funcionarios municipales y comunales por el retraso en el envío de fondos. Como si esto fuera poco, entre semana, el presidente subrogante de la Legislatura, Sergio Mansilla, tuvo que ser intervenido quirúrgicamente por problemas cardiacos que lo mantendrán alejado del ruido político e institucional durante un tiempo. El legislador de Aguilares está en proceso de recuperación.

El último hecho que puso de cabeza al oficialismo lo protagonizó, indirectamente, el senador Pablo Yedlin. El robo de una camioneta de la Provincia que usa el primer candidato a diputado no sólo fue criticado por la oposición. Internamente, puso incómodos a varios dirigentes territoriales. “¿Cómo explicamos que él utilice un vehículo oficial”, deslizó un puntero que recorre barrios capitalinos.

La inquietud en el poder está latente. En el plano institucional hay una necesidad de coordinación inmediata para que la gestión acompañe la campaña, más allá de la austeridad que se requiere en este momento. Mientras tanto, algunos referentes oficialistas conversan con alfaristas (incluso hasta con “los duros”, la guardia pretoriana que le queda al intendente capitalino Germán Alfaro) para sumar más voluntades. Es parte de la vieja ambición peronista por hacer valer su poder territorial.

Por Marcelo Aguaysol

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