Como ponerle fin a la intermediación de los planes sociales y las parasitarias agrupaciones sociales
Es necesario terminar con estas políticas para siempre y con los extorsionadores de la paz social, de los diciembres calientes, y comenzar a insertar al mercado del trabajo a los 50% de argentinos pobres.
La forma en que las políticas sociales se distribuyen y se gasta en la Argentina debe terminarse. Aquello que crearon y dieron vida al asistencialismo y al combinado de los gerentes de los pobres, que los alimentan y los usaron como herramienta electoral, llegó a su fin.
Como paso en diciembre de 2021 y sigue sucediendo, quedaron en evidencia que el jueguito de los planes sociales no camina más. La gente quiere trabajar.
El Estado es ahora un parásito gigante que se alimenta de la sangre de los que día a día aportamos al mercado laboral nuestra fuerza física o intelecto en beneficio del trabajo y el desarrollo productivo de la República.
Es necesario terminar con estas políticas para siempre y con los extorsionadores de la paz social, de los diciembres calientes, y comenzar a insertar al mercado del trabajo a los 50 por ciento de argentinos pobres que ellos mismos fabricaron y desalentaron a trabajar abusando de su poder de turno para sus propios intereses.
En el país, debemos entender la idea de que los argentinos ayudan a otros argentinos a sobrellevar la difícil situación de vulnerabilidad que se atraviesa y de que no necesitan de intermediación de nadie.
Quienes trabajan en el mercado formal laboral aportan con su trabajo y su esfuerzo esta ayuda, debemos monitorear en qué se gasta o se invierte cada peso de las políticas públicas. Es esencial para el crecimiento de la República y de la Sociedad terminar con los gerentes de la pobreza.
La intermediación parasitaria en materia de distribución de ayuda social debe terminarse de raíz.
Por lo tanto, aquellos que reciben ayuda del Estado deben tener bien claro que, primero deben someterse a lineamientos e interpelaciones socio económicos y socio ambientales para acceder a la ayuda requerida, y segundo saber con claridad que la misma tiene una duración limitada en el tiempo, y que esta requiere sin excepción, una contraprestación a favor del Estado.
Asimismo, deberán capacitarse y educarse para estar en plenas condiciones de ingresar lo más rápido posible al mercado laboral del futuro.
El negocio de los planes superó todos los límites, dio una vuelta jamás vista, mientras el concepto de esfuerzo, mérito y trabajo, se ve degradado por una generación de «el Estado me tiene que dar todo» y este se lo da.
Los planes han demostrado no ser un puente hacia el trabajo sino una nueva escala en el charco de la pobreza.
Así como un trabajador a tiempo completo no tiene en su genética pedirle al Estado y vivir de los demás, una persona que cobra planes piensa lo contrario, cuanto más le pide al Estado, más se enorgullece de su inutilidad.
Es, repito, la principal razón por el cual, el plan de transformar los planes sociales por trabajo genuino no existe y una pantalla, mas, de política electoralista.
Cada día aparece una nueva historia sobre alguien que ofrece empleos, pero no encuentra interesados porque prefieren no desprenderse de la seguridad de la asistencia o porque no hay suficiente capacitación.
La distorsión empieza cuando es el propio Estado el que dice que el mérito y el esfuerzo no vale y que sólo vale el Estado poderoso que iguala. ¡Pero qué iguala!
Lo único que está ausente en la Argentina es la falta de capacitación y una cultura del trabajo rota como la economía.
Tendremos que replantearnos qué tipo de país y de sociedad queremos, y sepamos que el problema no son las personas, son las malas ideas, o las ideologías que aplastaron las ideas.
El problema de la Argentina no es el kirchnerismo, sino sus ideas, que son las que nos llevaron a este desastre.
Debe haber una fuerte política pública que vincule la política social con la política educativa, a la política de trabajo y que tengan la posibilidad y la obligación de terminar la secundaria y de formarse en rubros y sectores en los que habrá demanda de trabajo para tener personal más calificado.
Es medular terminar de raíz con la intermediación de las organizaciones sociales para dar lugar a la entrega de manera directa por el Estado con requisitos claros, contraprestación en materia de infraestructura pública, temporalidad y condiciones claras.
(*) – Juan Pablo Chiesa es precandidato a jefe de Gobierno porteño por Aptitud Renovadora.
Escrito por Juan Pablo Chiesa