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El clima de violencia que se vive en un Barrio Oeste II tomado por los transas aterroriza a los vecinos

 El clima de violencia que se vive en un Barrio Oeste II tomado por los transas aterroriza a los vecinos

El barrio Oeste II de San Miguel de Tucumán vuelve a ser escenario de una violencia desenfrenada que mantiene en vilo a sus habitantes. Un joven lucha por su vida tras ser víctima de un brutal ataque, otro capítulo de una interminable cadena de enfrentamientos ligados al control territorial del narcomenudeo en la zona.

El último hecho se desató en las primeras horas del año nuevo, cuando Leandro “Cantina” Álvarez irrumpió en una vivienda, destruyó una cámara de seguridad y disparó varias veces al aire.

Testigos relatan que el agresor amenazó a un conocido del barrio apodado “Paja”, condenado por la desaparición de María de los Ángeles Verón, y luego disparó contra un joven que se encontraba con su pareja, tras una discusión que escaló rápidamente.

La situación alcanzó un punto crítico cuando tres hombres en un Fiat Uno blanco, identificados como “Chino Pato”, “Chara” y “Rogelio”, interceptaron a Álvarez y le dispararon. Los proyectiles impactaron en su espalda y pierna, dejándolo gravemente herido.

La balacera dejó un rastro inquietante: 29 vainas de pistolas nueve milímetros fueron recolectadas por la policía, evidencia de la ferocidad del ataque. Mientras los atacantes son buscados intensamente, sus familiares aseguran su inocencia, aduciendo que no se encontraban en el barrio al momento de los hechos.

En el Oeste II, la violencia parece inevitable. Vecinos afirman que este ataque es consecuencia directa del quiebre de un acuerdo de paz entre dos líderes delictivos: Javier “Chuky” Casanova y Santiago “Cara i’ Gota” Villafañe. Este pacto, que debía frenar los enfrentamientos entre sus seguidores, se desmoronó a mediados de diciembre tras una serie de provocaciones mutuas, incluyendo un incidente en La Ciudadela, estadio del Club San Martín, y un ataque a tiros contra Facundo Ale, un conocido de la zona.

El conflicto se agravó con la aparente decisión de “Chino Pato” y “Chara” de separarse de la red de “Chuky” para montar su propio negocio de narcomenudeo, un movimiento que habría desatado la furia de “Cara i’ Gota” y sus aliados.

El clima en el Oeste II es de temor y resignación. Los vecinos, muchos de los cuales prefieren el anonimato, describen un barrio donde el silencio es la única garantía de supervivencia. “Esto fue una desgracia. Andaban re locos, con armas. No murió nadie porque todavía tienen suerte”, comentó María Laura Fernández, una residente que accedió a hablar con la condición de no dar detalles específicos del ataque.

Mientras tanto, el fiscal Carlos Sale intenta reconstruir el rompecabezas de los hechos, enfrentando una barrera de rumores y miedo generalizado. En redes sociales circuló la falsa noticia de que uno de los sospechosos del ataque a “Cantina” se había suicidado por temor a represalias, un mensaje que algunos interpretaron como un acto intimidatorio de las bandas rivales.

“Hace 10 años que vivo con el corazón en la boca por todos estos incidentes. Espero que alguien haga algo pronto”, expresó Mario Herrera, un vecino que considera abandonar el barrio debido a la inseguridad. Pero otros, como el jubilado Marcos Domínguez, temen dejar sus casas por el riesgo de que sean ocupadas por las bandas para almacenar drogas o armas.

El ataque a “Cantina” no será el último, aseguran los vecinos. En un barrio donde el control territorial del narcomenudeo dicta las reglas, la violencia es cíclica y las venganzas parecen inevitables. “Lo más grave es que esto no quedará así. Mañana, la semana que viene o dentro de un mes, los familiares o amigos del herido buscarán revancha”, lamentó Cecilia M., quien vive en el barrio para cuidar a su madre enferma.

El Oeste II clama por una solución que, por ahora, parece tan lejana como la paz que tanto necesitan sus habitantes.

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