Jaldo se endurece con la Nación mientras el peronismo tucumano busca evitar fracturas ante la ola libertaria

¿Estamos ante un nuevo Osvaldo Jaldo? Al menos, todo indica que el gobernador decidió exhibir un perfil más firme y confrontativo frente al Gobierno nacional. El cambio de escenario político, tras la condena a Cristina Fernández de Kirchner, y la persistente adhesión que conserva Javier Milei en las encuestas parecen haberlo llevado a desempolvar viejos manuales de la política peronista. Lo que resta saber es si este giro discursivo derivará también en acciones concretas.

El magro desempeño electoral del peronismo en varias provincias y el 45% de imagen positiva que mantiene Milei en distritos tradicionalmente justicialistas precipitaron movimientos. La semana pasada, Jaldo advirtió que el presidente no podría gobernar sin el respaldo de las provincias, y el lunes apareció sentado junto a sus colegas en Buenos Aires, en una cumbre que la Casa Rosada intentó frustrar con llamados y mensajes. Aun así, gobernadores de todos los signos políticos —desde opositores duros hasta aliados como Rogelio Frigerio y Jorge Macri— se fotografiaron en unidad. La reacción de Milei fue inusual: eligió el silencio en lugar de sus habituales descalificaciones.

La reunión tuvo como trasfondo el ahogo financiero que viven las provincias y la falta de respuestas de la Nación. Entre otras propuestas, se planteó la coparticipación del impuesto a los combustibles y la distribución de los Aportes del Tesoro Nacional no ejecutados. La respuesta del oficialismo nacional fue negativa. El jefe de Gabinete, Guillermo Francos, insistió en el Congreso con el mismo planteo que ya había adelantado José Luis Daza en Tucumán: que los gobernadores deben reducir gastos y achicar el Estado provincial.

Mientras tanto, la situación económica sigue deteriorándose. En Tucumán, las ventas cayeron entre un 17% y un 18% durante mayo y el consumo continúa en retroceso. La celebración por el Día del Niño se reprogramó para el 10 de agosto con la expectativa de que la gente todavía conserve algo de poder adquisitivo. La planta de Scania en Colombres, con parálisis y amenazas de cesantías, simboliza un panorama de creciente incertidumbre laboral.

En este contexto, Jaldo endureció su postura política. Anticipó que, si Milei veta la reforma jubilatoria o la declaración de emergencia en discapacidad, su bancada en Diputados no acompañará la postura oficialista. “El voto nuestro es único”, advirtió, anticipando la posición de Agustín Fernández, Elia Fernández de Mansilla y Gladys Medina.

Pero más allá de las tensiones discursivas, la relación con la Nación todavía no se quebró. Tanto en Casa de Gobierno como en Balcarce 50 entienden que las diferencias forman parte de la campaña. Por ahora, como dice un dirigente jaldista, “son golpes de la cintura hacia arriba”. El verdadero dilema será electoral: si el peronismo tucumano irá unido o si sectores antimileístas, como el que lidera Javier Noguera, competirán por fuera en octubre.

Tras un reciente encuentro entre Noguera y Jaldo, se destrabaron fondos para Tafí Viejo, pero la unidad aún está lejos de sellarse. El avance de La Libertad Avanza podría forzar definiciones: en algunos municipios peronistas la imagen de Milei supera el 45% de aprobación, un dato que inquieta a todos los espacios. Si el libertarismo logra retener ese caudal, una lista dividida podría costarle al peronismo la elección.

Al mismo tiempo, la posibilidad de sumar a Noguera a la lista oficial cobra fuerza. “Es menos dañino quedarse con dos diputados y no con tres, que perder la provincia”, reconocen cerca del gobernador. Desde el otro lado, el discurso también apunta a la convergencia, aunque con reservas: “La unidad va tomando forma, pero no está resuelta”, dijo esta semana el propio Noguera.

Mientras tanto, la debilidad interna quedó expuesta en la Legislatura. El oficialismo casi protagoniza un papelón cuando, por falta de quórum, estuvo a punto de naufragar la votación de un decreto sobre el Procrear II. Finalmente, el peronismo se salvó gracias a los votos opositores, un episodio que encendió alarmas y que luego derivó en reuniones para aclarar ausencias y justificaciones.

Por ahora, la semana cierra con más incógnitas que certezas: un Jaldo con discurso más firme, un peronismo que busca reordenarse y una incómoda evidencia de que la ola libertaria sigue latente, lista para traducirse en votos en octubre.