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La política argentina necesita sobriedad

 La política argentina necesita sobriedad

La política argentina necesita sobriedad. Los políticos como Milei CFK son lo contrario a eso. Son carismáticos y llegan al ridículo con mucha facilidad, y muchos de sus colaboradores toman cosas del estilo de sus líderes y desmerecen la labor que realizan.

Esta semana fue mala para la economía, ya que el gobierno tuvo problemas con operaciones financieras y el dólar pegó un salto del 14 por ciento. Hace unos días, el ministro de Economía, Toto Caputo, se había hecho el canchero y había dicho que, si alguien pensaba que el dólar estaba barato, que los comprara.

Hacerse el canchero en una actividad como la financiera es muy tonto. El mercado se mueve por razones económicas, y el ridículo está a la vuelta de la esquina. Caputo es una persona seria pero siente la necesidad de imitar al líder. Milei, en su desmesura, miente. Dijo que la culpa del aumento del dólar lo tenía la vice Villarruel por haber habilitado la sesión donde se votó el aumento a los jubilados, entre otras cosas.

Los gobernantes deberían poder decir en público lo que dicen en privado. Seguro que Milei en privado no dice semejante idiotez y trata de arribar a conclusiones con razonamientos más elaborados, pero en los medios dice tonterías y mentiras. Es embrutecedor que, cuando hay una dificultad, el presidente conteste con exabruptos y mentiras.

Da la sensación de que creen que los ciudadanos no merecen más que monerías.. Milei cree que los ciudadanos no merecen explicaciones sensatas; para ellos tiene sus repertorio de vulgaridades. Milei desprecia a los ciudadanos del mismo modo que lo hacía CFK

Que el dólar aumente es peligroso porque se puede trasladar a los precios y golpear el único logro económico del gobierno, que es la inflación. El gobierno sabe que la recuperación económica está lejos y un subidón de la inflación le puede hacer perder las elecciones. En lugar de decir la verdad, eligen menospreciar a los ciudadanos mintiendo o insultando.

La maestra de esa metodología fue CFK, que siempre mentía o les faltaba el respeto a los ciudadanos. Cómo olvidar cuando asesinaron a Nisman y apareció en una silla de ruedas. La mentira y la desmesura como manera de relacionarse con la gente. Y, para desgracia ciudadana, Milei CFK eligen polarizar entre ellos, llevando el escenario de decadencia a lo más alto.

CFK pensaba que iba a haber gente siempre en la calle, a la que da el departamento en el que cumple condena, con su tobillo rodeado de una pulsera electrónica. Ya no va nadie, y eso que los kirchneristas tienen esa cosa lumpen de seguir a la líder. CFK, entonces, se dedica a postear en Twitter una larga cadena de idioteces dirigidas a Milei, y los empieza con “che, Milei”, mientras arregla por teléfono el orden de unos concejales en la provincia.

CFK se la daba de líder internacional y ahora mira por el balcón la calle vacía y trata de poner un concejal más para la fuerza política de su hijo Máximo que, pasan los años, y sigue sin que sus neuronas se pongan a trabajar.

La decadencia de CFK es disfrutable. El tema de Milei es un problema porque enchastra el debate público con sus monerías, y Argentina necesita arrancar. Milei tendría que mirar a CFK no para polarizar, sino para entender que la política argentina te lleva del podio al escarnio.

La manera de romper esa lógica es respetando al ciudadano y no creerse el elegido, porque eso no dura nada.

Y, sobre todo, no mentir más. Argentina necesita un shock de verdad en su vida pública.

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