La unidad del PJ y el cortejo de las desconfianzas

Las negociaciones políticas para un acuerdo suelen parecerse a un cortejo. Usualmente en los procesos de este tipo se deponen armas, se conjugan necesidades, se exhiben fortalezas y se reconocen debilidades. Si las conversaciones avanzan, pueden derivar en un trato o bien, fracasar. En este galanteo dirigencial es fundamental conocer a la contraparte y sus claroscuros. Y los protagonistas de este artículo se conocen demasiado.
El plan para la unidad de dos sectores del peronismo tucumano parece estar en marcha. Tras el primer acercamiento público entre Osvaldo Jaldo y Juan Manzur, el 9 de Julio, el gobernador de la provincia y el senador nacional tuvieron un segundo encuentro durante la semana, esta vez a solas.
Según distintas versiones de ambos entornos, los oponentes hablaron sobre la situación político-electoral y habrían avanzado en algunos borradores sobre la nómina de candidatos a diputados. No habría aún un trato.
Las reacciones de la dirigencia peronista fueron múltiples y hay incertidumbre y desconfianza en todos los sectores. La certeza que tienen todos es que esta semana será clave.
Los tiempos también deben acelerarse porque el nuevo acercamiento entre referentes de los dos frentes electorales del justicialismo se concretó a menos de un mes de que venza el plazo para la presentación de las listas.
Las encuestas y sondeos que manejan los miembros de ambas líneas justifican el intento de acuerdo: los números de La Libertad Avanza (LLA) les preocupan y competir por separado afectaría la performance del oficialismo justicialista.
Ni Jaldo quiere perder la elección que revalidaría su gestión ni el antimileísmo pretende ser responsable de una posible derrota del peronismo en Tucumán.
Las dos ramas pejotistas pretenden la unidad como ideal. Pero la misma palabra parece significar distintas cosas para una y otra.
En el jaldismo, sellar la unidad implica ceder para que no exista la chance de perder en las urnas y proyectarse para lo que viene en la gestión, a la que le quedan cuanto menos dos años de convivencia con LLA en el Gobierno central, y para los comicios de 2027. En el antimileísmo, disputar una porción del poder del que fueron marginados desde el ascenso del mandatario y sentar las bases para las próximas provinciales.
Dudas oficialistas
En la Casa de Gobierno sostienen que Jaldo lleva el asunto de la unidad personalmente y en absoluta reserva. El líder del frente “Tucumán Primero” dejó en claro a todos los actores que lo rodean que perder no es una opción y que hará todo lo que sea necesario. Inclusive, ser la cabeza de la lista como testimonial o llegar a una conciliación con Manzur.
Las condiciones que pondrán sobre la mesa tienen que ver con conciliar nombres que convenzan a las partes y con mantener una tónica de campaña no tan “kirchnerista”.
Por otro lado, en los alrededores de la Gobernación también analizarán hasta último momento los números para medir cuán necesaria es una alianza. Las previsiones sobre cuánto mide LLA y cuántos votos podría restar el antimileísmo son datos clave.
Jaldo mide bien y también su gestión está bien vista, afirman en el oficialismo. Aseguran que esta es una gran fortaleza a la hora de medirse en una conversación electoral. Un ítem flaco, hasta aquí, es que no tienen mejor candidato que el propio mandatario.
Los jaldistas siguen de cerca las distintas versiones sobre el acercamiento. Una parte considera que Jaldo tiene que acordar para disipar cualquier atisbo de triunfo de LLA y garantizar que todos trabajen el domingo electoral. Algunos reniegan porque la dirigencia que confrontaron en 2021 -en la interna- y que siguió siendo crítica de Jaldo puede llegar a alcanzar espacios en la lista.
Tienen varias dudas sobre la conveniencia y sobre la estrategia del gobernador: ¿Si Jaldo se postula, necesita de los díscolos? ¿Cuánto es el poder de fuego real del antimileísmo en una contienda? ¿Cómo llegará la otra rama hasta octubre? ¿Todos los votos antimilei se transferirán al frente? ¿Los dirigentes del peronismo tradicional y del kirchnerismo más acérrimo que están en “Fuerza Patria” querrán apoyar al oficialismo de Jaldo?
¿A quién representa Manzur?
Algo se quebró en el vínculo entre el exgobernador y los referentes locales de “Fuerza Patria” tras la última cita entre Jaldo y Manzur. Diversas fuentes refieren que el senador los puso en una situación cuanto menos incómoda.
En la vertiente que rechaza las políticas de Milei entienden que Manzur no habría planteado todos los puntos que pretendían para avanzar. Aunque consideran que las charlas son un gesto positivo, no están convencidos de que lleguen al puerto deseado. Al menos, no el deseado por ellos.
Entre los principales exponentes del armado que viene trabajando para ser una opción se encuentran los hermanos Pablo y Gabriel Yedlin, Javier Noguera, Sandra Mendoza, Cristian Rodríguez y Luis Romano, entre otros.
Manzur les transmitió que Jaldo les habría ofrecido algunas alternativas. Una sería que Noguera, que es el candidato de la línea, vaya tras Gladys Medina, la única postulante definida hasta el momento por el tranqueño. El médico habría planteado que fuera al revés y Jaldo le habría sugerido que encargaran una encuesta para definir cuál de los dos medía mejor y, con base en eso, definir. Otra chance propuesta habría sido el tercer lugar para el taficeño si es que Jaldo encabeza eventualmente.
Los distintos representantes venían advirtiendo que no sólo estaba en juego un “lugar salible”, sino que había más aspectos en disputa. Y en este punto hay una conclusión no menor: las necesidades de Manzur no son las mismas que las de la dirigencia.
Consideran que él quiere instituirse como un garante de la unidad, la que le habría encargado la mesa nacional del PJ, y que si no se logra, al menos no quedaría como el responsable de una ruptura. No son pocos los que creen que Manzur está enfocado en recuperar la centralidad política, pero como conciliador y no como oponente.
Entre las preocupaciones de los disidentes están la situación económica de Tafí Viejo; en qué bloque estarán los que resulten electos, si en Unión por la Patria o Independencia y cómo votarán en el Congreso; el trato hacia dirigentes que fueron apartados y quedaron sin contención como Luis Romano o José Orellana o la participación en la gestión.
¿A quién representa Manzur? No es una pregunta más. Es la gran incógnita por estas horas en las conversaciones del peronismo tucumano. Si bien en el espacio antimileísta reconocen que es una figura preponderante y que tiene contactos y representatividad en el PJ nacional, consideran que es probable que esté yendo por un camino distinto al de ellos.
Los exmanzuristas reflotaron sus reparos hacia él. No olvidan, además, que son “ex” por algo. Hay quienes no confían del todo, porque sienten que ya los dejó una vez “a merced de Jaldo”, tras las internas y cuando lo eligió como candidato a la gobernación. De más está decir, que tampoco confían en la palabra del actual mandatario.
Los referentes piden que la reunión anunciada para esta semana que comienza sea en la Casa de Gobierno y que estén todos presentes.
Mientras, tienen la idea de mantener firme el acto de lanzamiento de la campaña, previsto para el 26.
Algo que los desconcertó respecto de la intención de conciliar fue una carta documento que recibieron del frente jaldista para que no usen el color celeste ni las palabras “Peronista” ni “Tucumán” porque fueron reservados por el oficialismo.
Los vaivenes de la situación mantienen en vilo a todos. Las negociaciones políticas para un acuerdo suelen parecerse a un cortejo. Hay distintas instancias y cada uno exhibe sus fortalezas y debilidades. A veces, como ahora, el proceso de seducción se da al ritmo de la desconfianza.