Una victoria a lo Pirro: lo que dejó el cierre de listas en la provincia de Buenos Aires

El cierre de listas para las elecciones del 7 de septiembre en la provincia de Buenos Aires dejó al descubierto un panorama completamente distinto al que la política bonaerense estaba acostumbrada. Viejas lógicas de poder se resquebrajan, figuras históricas pierden centralidad y nuevas jefaturas se consolidan, marcando el inicio de una etapa incierta pero decisiva para el mapa nacional.
Cristina Fernández: sin nombres propios ni control territorial
Por primera vez en dos décadas, el apellido Kirchner quedó fuera de las boletas en la provincia de Buenos Aires. Cristina Fernández de Kirchner no logró imponer ni candidatos ni ritmos en la negociación. La falta de conducción se volvió evidente: intendentes que en el pasado acataban sus decisiones, avanzaron esta vez con sus propios acuerdos y estrategias.
Máximo Kirchner, ausente físicamente del cierre, delegó las negociaciones en Mayra Mendoza, mientras Axel Kicillof amenazaba con presentar listas por fuera si no se respetaban sus condiciones. El gobernador tenía planificado un armado alternativo, lo que revela el debilitamiento de la verticalidad que alguna vez caracterizó al kirchnerismo.
Incluso esta mañana, con la prórroga extraordinaria de la Justicia Electoral por los problemas energéticos, persistía la incertidumbre sobre si lo resuelto a última hora de anoche seguiría vigente.
Un nuevo mapa electoral
La reconfiguración del territorio también se manifiesta en la caída de la hegemonía de la Tercera Sección Electoral, históricamente bastión del peronismo. El crecimiento demográfico y político de la Primera Sección comienza a disputarle peso. El conurbano sur pierde poder relativo, y con él, se resquebraja la unidad territorial que sostenía al PJ bonaerense.
El conflicto ya no es con la oposición, sino entre los propios actores del peronismo. La falta de alineamiento automático detrás de un liderazgo muestra que Cristina ya no es garante de la unidad, ni del rumbo.
Karina Milei: la gran ganadora silenciosa
En el otro extremo, Karina Milei emergió como la figura con mayor capacidad de maniobra en este cierre. La secretaria general de la Presidencia no solo ordenó a La Libertad Avanza en la provincia, sino que también impuso candidatos propios y negoció con el PRO desde una posición de fuerza. Diego Valenzuela y Guillermo Montenegro quedaron dentro de ese esquema.
El desplazado fue Santiago Caputo, cerebro de la campaña presidencial, quien perdió terreno frente al avance de Karina. La tensión entre ambos, incubada desde hace meses, explotó en este cierre. Mientras Caputo sostenía la necesidad de conservar aliados para gobernar, Karina apuntó a copar todas las listas con nombres libertarios puros o incondicionales. El resultado terminó favoreciendo su estrategia.
La figura de Maximiliano Bondarenko como cabeza de lista en la Tercera Sección marca el perfil de campaña: seguridad, orden y respuesta directa al malestar social. La narrativa libertaria, alineada con la demanda de soluciones concretas, se impone frente a un peronismo enredado en internas.
Karina no estuvo sola. Martín Menem y Eduardo «Lule» Menem la acompañaron en cada definición. Juntos consolidaron un núcleo de poder que dejó afuera a Caputo y reafirma que, al menos en la provincia de Buenos Aires, la toma de decisiones ya no pasa por los viejos operadores.
Milei, la economía y el desafío del poder real
Javier Milei se mantuvo enfocado en el frente económico. Mientras sus operadores negociaban las listas, él monitoreaba los movimientos del mercado: presión cambiaria persistente, inflación elevada y colocaciones de deuda para evitar una emisión que podría desbordar. La estrategia es contener los desequilibrios mientras se consolidan los apoyos parlamentarios que le permitan gobernar sin sobresaltos.
En este sentido, la elección en la provincia de Buenos Aires, lejos de ser una disputa local más, se vuelve clave para blindar al Ejecutivo y sostener eventuales vetos frente a un Congreso adverso.
El PRO entre la indefinición y la supervivencia
Del lado del PRO, el panorama es incierto. Mauricio Macri delegó el cierre en Cristian Ritondo y Diego Santilli, pero se mantuvo distante. Algunos intendentes optaron por sostener acuerdos con los libertarios, otros los rechazaron. La marca PRO parece diluirse en el esquema violeta sin un rumbo claro.
En este contexto, Macri apenas insiste en “trabajar en equipo”, sin definir si el futuro del partido estará ligado al proyecto de Milei o si buscará un nuevo rumbo independiente. La indefinición, sin embargo, puede costarle capital político en un escenario cada vez más competitivo y fragmentado.