Argentina pre-electoral: Desafíos financieros (y macros) crecientes
A pesar de la «estabilidad» mostrada durante el 1Q, por el crecimiento de los agregados, podría verificarse una mayor presión sobre el tipo de cambio nominal en el corto plazo.
Lo cual no deja de poner presión sobre las expectativas y sobre los dólares libres en medio de un crítico nivel de reservas netas. Adicionalmente crece la incertidumbre del real efecto que tendrá el recientemente anunciado *dólar agro* para calmar transitoriamente las aguas a sabiendas de que no se podrán resolver las cuestiones de fondo sin la tan necesaria credibilidad que podría tener (al menos de corto plazo) una nueva administración en diciembre próximo.
A la coyuntura se suma que el Fondo Monetario Internacional oficializó el recorte en la exigencia de acumulación de reservas para el primer trimestre pero requerirá que entre abril y junio el BCRA sume casi u$s 5.000 MM, además de asegurar haber registrado un atraso cambiario y pedir un control más estricto del gasto público.
A pesar de la “estabilidad” mostrada durante el 1Q del tipo de cambio, dada la aceleración del crecimiento de agregados monetarios, nos inclinamos a pensar que podría verificarse una mayor presión sobre el tipo de cambio nominal en el corto plazo. De cara al segundo trimestre del año creemos que hay impulso para que el CCL continúe una tendencia alcista. El único elemento contenedor parece ser la masiva intervención oficial en el mercado de bonos que, por momentos, hace que el precio retroceda aún a costa de castigar las paridades. A esto se le adiciona un factor negativo adicional: los litigios judiciales negativos (YPF y cupones atados al PBI) para el país que lleva al pago de grandes sumas de dólares en consecuencia.
Dicho esto hay que distinguir el espacio temporal. De más largo plazo, sí creemos que hay chances de apreciación real por lo que los activos ajustados por CER lucen más atractivos. El riesgo, claro está, radica en los temores de reperfilamientos o reestructuraciones de instrumentos en lo que queda del año. No se trata de nuestro escenario base, pero en la Argentina ningún escenario puede ser asignado con un 0% de probabilidad de ocurrencia.
Aclarado lo anterior, en el mundo de pesos seguimos viendo a las LECER cortas (hasta julio con vencimiento máximo) como algo interesante para cubrir la inflación de los próximos meses. En tanto las LEDES ya lucen bastante arbitradas respecto a la reciente aceleración inflacionaria. Así, para inversores con tolerancia al riesgo soberano que no quieran verse sorprendidos por la inflación inesperada, LECER es preferible.
Con respecto al equity, para el trimestre recién comenzado vemos más volatilidad. Las oportunidades de corto irán llegando de la mano del trade electoral, no exentas de riesgo (energía, gas y petróleo es lo más interesante para nosotros). No obstante, de largo plazo las valuaciones parecen atractivas si el rumbo macro tiene a encarrilarse.
Más allá de eso, en el tradeoff de riesgo-retorno, los bonos hard dollar lucen con más “margen de seguridad”. En estos niveles de paridad, para inversores a plazo, parece una buena oportunidad de entrada en títulos largos (2035 y 2041). Pese a esto, hay que contextualizar los riesgos, definiendo, además, la manera de “jugar” este turbulento viaje llamado Argentina.