Armas en escuelas de Tucumán: cómo se procede ante estos casos
El juez Federico Moeykens analizó lo que sucedió esta mañana en la Escuela Superior de Educación Artística.
El episodio ocurrió esta mañana en la Escuela Superior de Educación Artística (ESEA), ubicada en España y Muñecas, en esta capital. Se trata del segundo caso que se conoce en menos de 24 horas en la provincia (algo similar sucedió el martes en Monteros) lo que genera preocupación.
Federico Moeykens, juez Penal de Niños, Niñas y Adolescentes del Colegio de Jueces y miembro del Espacio Iberoamericano de Prácticas Restaurativas de la F.A.M. explicó a LA GACETA sobre cómo se procede en este tipo de casos. «Cuando estamos frente a un adolescente de 13 años, sospechado de haber llevado un arma al colegio, desde la Justicia se le da intervención al Centro de Admisión y Derivación (CAD) -dependiente de la Subdirección de la Adolescentes en Conflicto con la Ley – DINAyF- para que desde allí se lo aborde psicológica y socialmente y se hagan las derivaciones proteccionales correspondientes», dijo.
El magistrado también destacó la necesidad de buscar en estos casos modos alternativos de abordajes para resolver los conflictos de fondo, que eviten que el adolescente desde tan corta edad inicia una carrera delictiva. “No podemos quedarnos de brazos cruzados a la espera de que el adolescente cumpla la edad de punibilidad para recién intervenir, porque allí ya es tarde”.
Y agregó: «En el ámbito proteccional se debe tratar de comprender que generó un peligro llevando un arma al colegio y que logre entender que pudo perjudicar a la comunidad o a una víctima en particular».
«El gran desafío que tenemos por delante con adolescentes punibles y no punibles es lograr que tomen la palabra y puedan expresar para entender qué paso por su mente cuando hicieron lo que pretendemos reprocharles. Se trata de que verbalicen lo que sucedió, qué les pasó, cuáles eran sus condiciones de vida y cuáles sus necesidades e intereses».
Luego, dijo: «También es importante escuchar a las víctimas de los hechos. Si bien en este caso es la seguridad pública, no deja de haber toda una comunidad educativa que quedó comprendida en el conflicto cuya voz también debe ser oída. Si no escuchamos las voces de las víctimas, estas se convierten en testigos olvidados en situaciones que han vivido en primera persona».
Para cerrar, aclaró: «Si hay algo que advertimos desde el espacio que integro, y en mi labor diaria en la Justicia Juvenil, es que el adolescente que pasa por un servicio de práctica restaurativa se transforma. Allí el joven desarrolla sus capacidades expresivas y que, este proceso -que algunos definen como pedagógico- contribuye a que logren mayores grados de autonomía y obtengan herramientas para desenvolverse en la vida adulta. El trabajo con las víctimas es altamente valorado, en la Justicia especialmente por los jueces».
Fuente y foto La Gaceta